lunes, 27 de abril de 2020

Maní

No sé por donde empezar. Me tuve que tomar un descanso porque mi mano no me ayudaba a escribir bien. Bueno, mi cabeza tampoco hacía esfuerzo. Ya de por sí mi letra no es muy legible, imagínate rápido y sin ganas. Estaba haciendo un trabajo práctico. Lo tengo que entregar mañana. Sé lo que quiero poner, pero no lo quiero escribir. Me gustaría hablarlo. Exponerlo oralmente. Empezar un debate. Pero no se puede. Otro placer que me arrebata la pandemia. Estoy escribiendo esto porque es lo que quiero hacer ahora. Mas tarde no sé. Tal vez por eso no podía escribir sobre el análisis que tengo que entregar. También puede ser que no tenga ordenadas las prioridades en mi cabeza. O que simplemente me hablo a mi mismo y no tomo nota de eso. Otro de mis problemas es que me quedé sin maní. Pensé que comprando 500grs. iba a hacer que me dure más, pero duró menos. No sé que hacer. Salir a comprar maní ahora es una boludez. Tengo miedo así todo que me de un brote o algo por la abstinencia. Yo siempre digo que el maní me levanta la barbilla cuando estoy cabizbajo. Últimamente estoy teniendo esos días. Cada vez son mas recurrentes y lo peor es que me cuesta reponerme. Podría esperar a que se me acaben las lentejas y la soja para poder salir a comprar. De paso, compraría maní. Pero mi amigo Brian me regaló seis paquetes de lentejas. Y para colmo la soja es como el arroz, le tirás agua y se multiplica. Romper la cuarentena por maní es algo que vengo idealizando. Quiero ser responsable, pero también quiero masticar esa legumbre y disfrutar de su sabor salado. Me pregunto si los fumadores tendrán el mismo problema con los cigarrillos. Mirá hasta donde llegué con esa comparación. Estoy desvariando. Tengo una cuerda de la cual tirar en este momento de desesperación. Resulta que tengo el número de una señora que vende maní. Ella tiene una cerealera. Está a pocas cuadras de mi casa, siempre voy a comprar ahí. La señora es muy amable además. Con esto de la cuarentena dejó de abrir el negocio. Pero hoy me dijo que no tenía drama en venderme lo que necesitara. Todo esto sin tener que abrir el local. El nombre de la señora es Santa, y a ella me encomiendo ésta noche


Oscar Miño

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