Cuarentena que no transcurrí muy encerrada. Me tocó varias veces ser la encargada de salir a comprar, y si bien a veces tuve miedo, también me sirvió para sentir mi vida de antes.
Ocho de la mañana. Ayer me propuse que hoy me levantaría temprano para poder ponerme al día con la universidad. Porque los días transcurren, algunos más pesados que otros. En realidad, me levanté porque otra vez el auto no arrancó. Con mi hijo, ayudamos a empujarlo para que mi marido se pudiera ir a trabajar. Ayer también me había propuesto levantarme temprano, pero el sueño y esa sensación de no querer hacer nada me ganó todo el día. Por eso me levanté tarde y todo el día estuve cansada, con una sensación agobiante. No me duele nada físico, sino algo anímico. Son días duros. Será el encierro, la situación. Ver videos de Ecuador, ésta semana, no me ayudó, quizás sí para razonar que no es joda lo que estamos viviendo. Y sentir que acá somos de algún modo privilegiados. Pero luego, otra vez, las ganas de nada.
Entonces hoy sí me levanté, obligada o no, pero decidí incluso quedarme levantada.
Anoche pedí a Dios por mi marido, que hoy trabaja, ya que abren los bancos. En la tv dijeron que los empleados van a estar protegidos tras el mostrador. ¿Pero él? Trabaja de seguridad y va a tener que estar en la puerta, decidiendo quién entra y quién no. Cuando salimos a empujar el auto nos dijo, “miré el noticiero, los bancos rebalsan de gente, desde anoche está haciendo fila”. Nosotros seguimos empujando sin decir nada, por suerte arrancó en el primer intento, y lo vimos irse, sacando el brazo por la ventana para saludarnos.
Entramos y le digo a mi hijo que voy a quedarme a estudiar, él me contestó que iba a hacer lo mismo. “Es bueno cambiar algo de la rutina que venimos llevando”, le dije y sonreímos.
Mientras él hace el desayuno prendo la tv. Me mira y dice: “Ma, no íbamos a estudiar?”. “Sí hijo, pero es solo para ver lo que comentó papá”.
En los noticieros se ven largas filas de abuelos en los bancos. Y el miedo me toma.
Ya estamos resignados. Solo sigo pidiendo a Dios que nos proteja y pensé en escribir para poder sacar un poco el miedo, para poder desahogarme, para continuar mi día como lo había planeado, hoy no quiero que mi día sea de inestabilidad.
Tengo que estar fuerte para cuando mi marido vuelva. Hoy en día él es el héroe de la familia, salir a la calle es arriesgado, pero él lo hace por nosotros. Como siempre.
Fernanda Maldonado
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