domingo, 29 de marzo de 2020

Paranoia

Me desperté pensando que tenía que salir a comprar. Salí a las 9 en punto. Eran solo 4 cuadras que tenía que hacer, pero el pánico ya me invadía. Una vez en la calle miré a todos lados para ver quién venía. Me dirijo a las esquina. Llego y el semáforo en verde. Espero. No se acerca nadie. Cambia a rojo y cruzo. Sigo caminando, llego a la avenida y doblo a la izquierda. Muy poca gente. Una persona en la parada de colectivo estornuda. Lo  miro con odio, y por dentro le tiro una puteada. Sigo caminando. Siempre alejado de la gente. Llego a la esquina y cruzo la calle. No viene ningún auto. Cruzo la avenida y me dirijo a la farmacia. Me paró en la puerta. Veo un cartel que dice mantener distancia de un metro. Me quedo en la puerta hasta que sale la única persona. Entro y a un metro de distancia del mostrador pido los medicamentos.  Me voy para la caja. Pago, agarro la bolsa y me voy. Salgo de la farmacia. Cruzo a dos personas , las esquivo para que ni siquiera me rocen. Cruzo la calle y voy al supermercado. Entro, agarro el chango y voy tomando lo que tenía anotado en la lista. Por suerte está vacío. No hay gente. Termino la lista y me dirijo a la caja. Pago. Pongo todo dentro de las bolsas y me voy. Respiro hondo, y me dirijo a la verdulería. Cruzo la calle nuevamente, miro para todos lados. Veo a un gendarme, y una cola de gente esperando el 440. Veo a Manuelita. Doy la vuelta por detrás del colectivo, no me quiero acercar a la gente. Llego a la verdulería y entro. Se acerca una chica y hago dos pasos para atrás. Me preguntan qué vas a llevar. Le digo 2 kilos de papa, uno de zapallito, 1 de zanahoria, 1 de cebolla y una docena de huevos. Me prepara las bolsas, le pago y me voy. Al lado estaba la quesería. Me acordé. Tengo que comprar un kilo de queso. Quiero entrar y un cartel decís máximo 2 personas. Había una, pero igual me quedé afuera. Salió y entré. Hice el pedido, pagué y me fui. Fueron cuatro cuadras interminables hasta llegar a mi casa. Abrí el portón, entré, dejé las bolsas en la puerta, me saqué toda la ropa,  entré y me metí al baño. Me bañé y me puse ropa limpia. Salí del baño, agarré un balde con agua y lavandina y lavé con un trapo cada cosa que traje de la calle.  Una vez limpio lo metí adentro. Agarré la ropa y la puse a lavar. Me fui al baño, me lavé las manos. Primero con lavandina y luego con jabón. Salí del baño y ya podía respirar: estaba limpio.

Darío Triscali

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